Iria Cortizo

Entre las piezas de cerámica quebradas, los azulejos rescatados de una cocina demolida y las imágenes de negocios de barrio que ya no existen, Iria Cortizo encuentra su lenguaje. Formada en Bellas Artes y con un Máster en Arte Contemporáneo por la Universidad de Vigo, la artista ha sabido trasladar su sensibilidad hacia un territorio donde el arte convive con la memoria y lo cotidiano. Su obra, seleccionada en certámenes y exposiciones colectivas, combina lo artístico con lo gráfico: mientras desarrolla su labor como diseñadora en una firma de moda española, sigue tejiendo un nuevo universo propio hecho de fragmentos.

La hospitalidad de lo roto

El impulso inicial llegó casi como un juego, cuando recogió restos de cerámica de una casa familiar en ruinas. Sobre aquellos trozos transfirió fotografías de tiempos pasados, guardando así la huella del antes y el después. Desde entonces, la artista ha continuado explorando la capacidad de la cerámica para custodiar historias. “El mundo está plagado de imágenes y objetos construidos en serie que nos recuerdan nuestra propia caducidad. En lo más humilde y sencillo reside el testigo de la existencia”, afirma Iria Cortizo.

Sus piezas unen y resucitan lo roto. Fragmentos de platos, jarras o recipientes se convierten en soportes donde superpone imágenes de tiendas que cerraron o de pinturas romanas que hablan de un mundo simbólico perdido. Cada objeto arrinconado en su estudio es para ella un resto de un naufragio con el que volver a narrar lo que nos hace humanos: lo íntimo de lo doméstico, lo colectivo de la ciudad y lo trascendente de lo sagrado.

Cerámica de Iria Cortizo componiendo un bodegón sobre una escalera de hormigón
Composición de dos platos rotos pintados por Iria Cortizo

La memoria como resistencia

En palabras de Iria Cortizo, “la memoria y la imaginación son las mejores armas de resistencia que poseemos frente a la velocidad y al hambre de consumo de nuestro tiempo, donde nada permanece”. Esa resistencia se materializa en un proceso casi quirúrgico, donde cada rotura obliga a un nuevo encaje, a un diálogo entre dibujo, color y cicatrices. No se trata de ocultar la fractura, sino de sublimarla hasta que el conjunto sea mayor que la suma de sus partes.

Consciente de que vivimos en un mundo acelerado que arrasa con lo singular, la artista propone otro camino: reutilizar objetos y materiales en desuso. “Es una manera de encontrarles otro lugar, de trastocar su funcionalidad, su historia, de dignificar y resistir el miedo al abandono, la culpa, el desapego y la pesadez del olvido que todos poseemos”, nos cuenta Iria.

 En sus cerámicas late una doble apuesta: la de custodiar la memoria y la de abrirnos a la belleza inesperada de lo imperfecto.


· Diseño: Iria Cortizo
· Fotografía: Iria Cortizo + Lara Abeledo



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