VERÓNICA MOAR

Llueve. Hace viento y frío. Me acompaña la quietud de una pequeña calle. No hay ruido. Encuentro la puerta del taller de Verónica Moar, cierro mi paraguas e intento llamar sin romper el silencio. Ella deja de trabajar y me abre la puerta. Sus ojos me sonríen. Paso con delicadeza y me invita a ponerme cómodo.

Antes de nada le confieso mi miedo a no saber escribir sobre su trabajo, de no ser capaz de mostrar la sensibilidad que transmite cada una de sus piezas, su modo de vida, ella. Nos conocemos desde hace años, pero no es hasta ahora, con este encuentro promovido por la Fundación Pública Artesanía de Galicia, cuando nos sentamos con calma para hablar de toda su trayectoria.

Ceramista por casualidad

Verónica me cuenta que es filóloga inglesa de formación y que, durante muchos años, trabajó como intérprete y traductora pasando de inglés a lengua de signos. Llegó a ser secretaria de dirección y las horas de trabajo le comían la vida personal. Esto no encajaba con su forma de ser y, agotada, decidió dejar su puesto. Estaba preparada para cambiar de rumbo: quería estudiar fotografía.

Se acercó a la escuela Pablo Picasso para informarse sobre dichos estudios pero, por casualidad, salió de allí matriculada en cerámica. Durante años aprendió las técnicas, los materiales, los acabados, las temperaturas, los tiempos. Aprendió que la cerámica “no es sólo hacer cacharros”. Aprendió a contar historias a través de sus piezas.

Con un pequeño local y su primer horno, convirtió su vía de escape en su nueva profesión. En su refugio estudia con detenimiento las formas, la ergonomía de las piezas, la interacción del cuerpo con las mismas. Pasa sus estrictos controles de calidad y desecha lo que no vale. Defectos imperceptibles para cualquier mortal que no lo son para ella. “El barro tiene memoria y el horno la última palabra” nos dice Verónica, “por lo que es necesario trabajar con tiempo y estar dispuesto a tirar el trabajo de tus últimos días si sale mal”.

Comienzos funcionales

Pequeñas joyas, cuencos, platos y otros objetos funcionales eran las piezas más habituales en los stands de Verónica Moar cuando acudía a las ferias. Objetos hechos para tocar, sentir y observar. Objetos hechos para conectar con las personas y ser utilizados en función de las emociones.

Envuelta en una conversación informal recibe su primer encargo para hostelería. Se enfrentaba a un nuevo reto en el que poner en práctica lo aprendido y en el que podía seguir aprendiendo. Comenzó a explorar nuevas vías y la restauración llegó para quedarse, algo que es ahora su principal medio de vida.

En 2016, gracias a una beca Eloy Gesto, disfruta de una estancia de un mes en Japón, la cuna de la cerámica. Su visión cambia por completo y esta experiencia le hace interesarse por la relación de las personas con la cerámica. Gestos cotidianos que podían ser convertidos en danza y movimiento. Rituales transformados en arte.

Arte vivo

A su vuelta sigue aumentando el interés por el arte y la danza y comienza a explorar. Su primera exposición - LÍTICA - viene de la mano de David Barro y la Fundación DIDAC, una muestra que reflexiona sobre las fronteras de la cerámica como recurso material pero también expresivo. Una nueva Verónica Moar aflora y este lado artístico va ganando terreno.

Diversas intervenciones artísticas se van sucediendo, con exposiciones en la Fundación RAC o la Cidade da Cultura. Hace escasas semanas fue elegida como finalista en la XV Bienal Internacional de Cerâmica Artística de Aveiro, un importante reconocimiento que celebra con entusiasmo.

Actualmente se puede ver su exposición PORTAS DO MAR en el espacio Normal en A Coruña hasta el día 10 de diciembre, una instalación que combina la cerámica artística con lo audiovisual. En ella reflexiona y rinde homenaje “a todas aquellas figuras relacionadas con el mar - ahora invisibles - que fueron y siguen siendo el umbral de entrada y salida de nuestra ciudad”.

Verónica Moar evoluciona y la cerámica lo hace con ella. Es su modo de expresión, su forma de contar historias. Puede parecer que en su vida las cosas ocurren de manera casual pero al final palabras, cerámica, arte o danza, son medios a través de los cuales hacer poesía. Y la poesía está dentro de ella. Qué suerte tenemos de que quiera sacarlo fuera.




Anterior
Anterior

KÄTN

Siguiente
Siguiente

LORENZO DESIGN