Casa ilustrada
Encontrar un edificio de los años 60 con estructura metálica en Pontevedra no es tan habitual. Y que además su propietaria te dé la oportunidad de reformarlo, menos. Podríamos pensar que los astros se alinearon para que NAN Arquitectos fueran los elegidos pero, seamos sinceros, es más probable que fuese su experiencia y bagaje por lo que la dueña, una exitosa ilustradora afincada en la ciudad, los eligiese.
Varios puntos condicionaron la reforma de esta vivienda de 164 m². El primero era la creación de un espacio de trabajo diáfano y variable integrado en la vivienda. El segundo, mantener parte de las preexistencias arquitectónicas respetando el pasado del edificio. Y el tercero, el desafío de variar la distribución interna sabiendo que esto dejaría cicatrices y huecos en los pavimentos originales.
Una zona de trabajo que destaca sin eclipsar
El estudio cumple con todos los requisitos que la ilustradora necesitaba: dispone de una entrada independiente conectada a su vez con la vivienda, se encuentra totalmente integrada en la misma, y es un espacio diáfano y moldeable que se adapta a las diferentes situaciones de trabajo del día a día.
Esto se ha conseguido gracias a las mesas con ruedas, que permiten configurar puestos de trabajo comunes o individuales, a una pequeña zona baja de almacenamiento en la que descansan algunas obras y a la gran librería entre pilares que cierra este espacio y hace de soporte para el mobiliario de la cocina, situada justo detrás.
La inspiración: su propia obra, Le Corbusier y Robert Mallet-Stevens
Lejos de imponer una estética contemporánea sobre un lienzo en blanco, NAN Arquitectos optó por mirar con atención lo que ya estaba allí. Decidieron mantener la esencia de aquella arquitectura clásica para integrar nuevos elementos a través de una intervención medida que respira memoria y actualidad al mismo tiempo.
La reforma se impregna de la paleta de colores de la obra de su propietaria y de los ecos modernistas de Le Corbusier y Robert Mallet-Stevens. Madera oscura, verdes profundos, azules celestes, amarillos pastel o granates sutiles tiñen puertas y mobiliario, envolviendo el espacio en una identidad coherente, rotunda y sensible.
Cicatrices convertidas en virtud
La nueva distribución de la vivienda dejó al descubierto los huecos que ocupaban antes los tabiques originales. Lo que sería un problema para cualquiera, Vicente Pillado y Alberto F. Reiriz, de NAN Arquitectos, supieron transformarlo en virtud. Estas marcas se convirtieron en la oportunidad perfecta para trazar un nuevo relato espacial.
Decidieron aplicar una baldosa cerámica negra de 10x10 cm como un parche de contraste intencionado, que empasta con el terrazo rojo y la madera de los pavimentos existentes. Este cerámico recorre las cicatrices y llena parte de las nuevas estancias, subiendo también por los paramentos verticales como zócalo, aportando unidad y dando fuerza al relato.
Tantas decisiones acertadas han traído al presente esta vivienda de tres dormitorios, tres baños, salón/cocina/comedor y una gran zona de trabajo, permitiendo a su propietaria habitar un hogar que celebra la memoria arquitectónica, respeta los colores de su obra e integra por completo el programa de necesidades planteado desde el inicio. Una vivienda donde cada trazo, suma.
· Interiorismo: NAN Arquitectos
· Fotografía: Iván Casal Nieto
· Ubicación: Pontevedra
· Año: 2024